JOEL PETER WITKIN
JOEL PETER WITKIN
La exposición de Witkin nos lleva a una reflexión sobre el tema del yo, que aparece ligado a la idea del otro que existe en cada uno de nosotros. Es decir, una asimilación e identificación de todos esos yoes que forman la identidad de cada individuo. La idea del yo como un ser múltiple, compuesto de muchas personalidades distintas, una idea que han manejado muchos poetas como Rimbaud o Pessoa, el ser plural. La espiritualidad, la iconografía cristiana, la imagen del crucificado marcan los temas de su obra, lo fantástico se mezcla con la más cruda realidad. Es ésta un reflejo catártico de sus propios traumas infantiles como él mismo ha manifestado. Los protagonistas de sus obras son seres marcados por lo grotesco, hombres y mujeres mutilados, hermafroditas, enanos, cadáveres. Ellos se convierten en auténticos modelos fotográficos perfectos. Witkin reivindica la estética de lo feo, una belleza tabú, que se esconde, que es rechazada socialmente, convierte al monstruo en un icono de belleza y trata de borrar nuestros prejuicios hacia la sexualidad y los estereotipos. Para Witkin, el alma está presa en el cuerpo y la única manera de exteriorizarse es a través de los actos que dicta el pensamiento. El hombre es capaz de modificar la materia y de convertir algo finito en infinito, es la forma de perpetuarse que tiene el alma en el tiempo.
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